Parada y fonda en Singapur
“Si mantienes tu casa limpia es mas probable que tengas el corazón puro” este es el proverbio chino que me acabo de sacar de la manga igual que los magos de ese poblado país se sacaban pañuelos y cualquier otra cosa que para eso eran bien anchas las del “kimono”. Pero algo me dice que existe y que es con el que el más que veterano vetusto Young rige los destinos de esta ciudad-estado, también feria de exposiciones y congresos y circuito turístico.
Una vez alguien me comentó que un guía chino le había justificado las fusilaciones multitudinarias en plazas públicas de aquel país como ejemplares, siendo una forma de controlar el orden dada la magnitud del mismo y que en ocasiones -sobre todo en el medio rural- eran como animales salvajes, es decir nada que ver con las románticas y bucólicas películas de campesinas/os que nos vienen llegando últimamente llenas de sensibilidad y ternura.
Pues parece ser que los chinos buenos, los que no escupen, ni se emborrachan, ni te arañan, ni beben cualquier refresco mientras esperan el metro porque te puede reñir una “azafata” del mismo – a mí no me ha pasado pero lo he visto- son los que están aquí, en Singapur y que represenan más del 70% de la población.
Así que ahora recurriré al sabio refranero español “China pura cabeza de Singapura” ¿Te suena?
Al parecer inicialmente esta isla que forma parte de la masa continental, teniendo en un rincón de Sentosa -luego hablaremos de esta otra isla de la isla mayor- el extremo más al sur del continente asiático, estaba habitado por gitanos malayos y fue a partir del paso de Magallanes –patrocinado por el Reino de España- cuando con su descubrimiento empezara a resultar atractiva hasta su pleno control y desarrollo a partir del siglo XVIII y sobre todo en el XIX por los ingleses.
La historia de Singapur esta plagada de apellidos british destacando Sir Raffles, que además de referencias en los museos y libros de historia, da su nombre al hotel más lujoso de la ciudad y en el top ten del mundo, vistoso edificio colonial envuelto en impresionantes jardines tropicales. En la historia de Occidente en Singapur hay también holandeses o portugueses -como Almeida & Sons-, una de las grandes fortunas de este país.
El asentamiento de los ingleses en este lugar como puerto de Indias y la introducción con éxito de algunas plantas de América como la hevea productora del caucho dio lugar a una gran expansión y un efecto llamada de inmigración que se traslado sobre todo desde las pauperrimas regiones del sur de China, cuyos varones se trasladaban dispuestos a vivir en condiciones infrahumanas llegando a habitar hasta treinta en una habitación, dedicándose durante el día a tirar de los rickshaws para trasladar a personas o al transporte de mercancías, trabajo para el que no necesitaban ninguna formación, mucho menos para desahogarse después y en muchos casos terminar sus días en fumaderos de opio. Evidentemente la historia de esta comunidad preponderante en Singapur tiene excepciones numerosas de otros chinos que con tesón y voluntad crearon sus propios negocios de la nada o volvieron a sus regiones de origen a terminar sus días en mejores condiciones que las que las habían dejado .
También fueron mujeres muchas empleadas en el servicio doméstico pero incluso como trabajadoras de la construcción.
Chinatown es la referencia turística hoy de esta comunidad extendida por toda la ciudad, la construcción colonial con algunas casas conservadas -digamos de protección oficial de la época- como las de la manzana en la que se asienta el Hotel 81
-cadena de hoteles razonablemente baratos presente en casi cada barrio de la ciudad-, los mercados de abastos, los restaurantes y los numerosos puestos y tenderetes donde lo mismo te puedes dar un masaje de pies (o de los pies a la cabeza) que tomarte unas ancas de rana, comprar cuernos de antílope o ciervo, enteros o envasados en polvo, raices de ginseng u otras y setas de dos kilos. También hay opciones mas light como el pollo a la Hainanense (pollo, sopa, verduras y arroz ), los satai -brochetas- , o ternera en salsa de ostras…
Por supuesto, por menos de diez euros te puedes llevar unos kilos de regalos turísticos que luego no sabrás a quien regalar y quien los reciba aún menos donde poner.
Los chinos y también los indios están matando el buen gusto, menos mal que copian y copian bien lo que les encargan.
Hay excepciones igual que antes, claro! No todos se van a dar al opio. Y sí, hay artistas claro y nos pondremos lo que digan sin “lechistal”.
Hablando de mal gusto, nunca he estado en la India, pero mi paso por Singapur ha sido un acicate para ese viaje, Little India con sus lugareños cetrinos y con bigotes, sus mujeres con saris fucsia, azul celeste… colores luminosos, sus lunares castados de blanco o rojo y sus abalorios dorados. Templos –que por eso venía lo del mal gusto-, sus mercados, olor de especias y de caca a la vez, me han transportado a la imagen que tengo de ese país solo que aquí con los suelos limpios –que en ello te puede ir una buena multa-, el mal olor –digo yo- será de spray para ambientar o de muchas malas digestiones por exceso de curry.
Lo de los templos, a mi en la tele, en documentales sobre la india, me parecían más serios, pero aquí he visto y entrado en unos seis o siete -y sin excepción- en particular la fachada-torre cuyo nombre técnico ahora no recuerdo encaramelada de figuras del “tiovivo” apiladas unas encima de otras … de los animales estaban todos, el tigre, el león, los monos, los caballitos -por supuesto-, no digamos los elefantes, con colmillo y sin el, -mis respetos a Gamesh- , sólo habían sido sustituidos el helicóptero y el coche de bomberos -ya sería demasiao ¿nó?- por algunas deidades de esas que levantan un pie para apoyarlo en la otra rodilla, otras más sexys contorneándose en exceso de curvas o guardianes bigotudos.
Si estuviera en Valencia pensaría que eran fallas repetidas.
Por si algún hindi se sintiera ofendido –no creo que lo vaya a leer ninguno pero…- diré que está claro que muchas de nuestras iglesias no son catedrales y la imaginería igualmente deja que desear.
Lo principal en unas y otras es la fe y esa no debiera necesitar muchas figuras.
Por cierto hablando de “no figuras” también hay mezquitas, una con un miniminarete en un extremo de Chinatown y otra imponente “Sultan Mosque” donde coincidí con una de las llamadas a la oración en el barrio musulman que también se ofrece para deleite de turistas, existe una arab street y varias manzanas que con sus habitantes ataviados de esa guisa vuelven a dar un toque personal a ese rincón de la ciudad en el que no es difícil ver burkas y chilabas.
No como en Tanjon Pagar –el barrio malayo- donde las malayas van bastante mas sueltas, de largo y mas bien oscuras sí, pero con el pañuelo por encima y yá. Toda la cara al aire exponiendo sus labios pintados.
Y quitando estas “rarezas” urbanas (lease “lo más autoctono y entretenido de la ciudad”) además de los chinos el otro 30 % por este orden son malayos, indios, indonesios, Western people, y otros del East más minoritarios, he hablado con filipinos y de Bangla Desh, cuyo look no difiere en nada del de cualquier otro lugar del mundo en una extraordinaria diversidad de razas y tribus modernas y postmodernas con frecuente acento de Omotesando que se extiende por todos los rincones de esta capital. Esos barrios aunque con carácter son pequeños comparado con los barrios residenciales a un lado y otro de Somerset, Orchard Road, donde se situan uno detrás de otro inmensos complejos comerciales al igual que en Victoria st. con Bras Bassah rd. en Marina Bay, North Bridge rd , o Bugis Junction.
Citaré sólo tres, de verdad la lista es larguísima , Orchard Central que tiene todas esas marcas que “son”, Iluma , según me han dicho el más reciente, por su espectacular juego de luces titilante con el que encandila a distancia y Chijmes por que da credibilidad a la devoción al consumo que veneran los numerosos establecimientos comerciales y restaurantes que se juntan en esta iglesia, o desacralizada o sacrilega.
Sin embargo mucho más espectacular que Iluma aunque no brilla sino cuando le da el sol es el rascacielos blanco de cristal que es la Biblioteca Nacional, parece que a Young también le importa la cultura, no muy lejos la igualmente colosal y ultramoderna Escuela de Artes ratifica este empeño.
Dentro del apartado cultural destaco el Singapore Art Museum que en esta ocasión además de su colección permanente con pinturas y fotografías sobre este pequeño país ofrecía dos interesantes exposiciones de arte filipino y mexicano. Otro museo de interés es el de las Civilizaciones Asiáticas junto al Victoria Theatre & Concert Hall, en ese area ajardinada que se encuentra entre la Marina Bay con la Esplanade y sus buenas vistas –particularmente desde la noria gigante- al skyline financiero con los rascacielos de bancos y aseguradoras de Raffles Place y el Singapore river entre edificios como el decadente Hotel Fullerton, o instituciones como la Corte Suprema, el Parlamento, el City Hall o el Cricket Club.
Y adentrándonos por el estuario, donde aún queda algún gigantesco almacén reconvertido en centro comercial se situa Clarke Quay, un complejo de calles uniforme y más que turístico con restaurantes y bares de cualquier rincón del mundo, incluidos los de tapas. Núcleo de animación nocturna sin ningún encanto original salvo el que puedan aportar sus visitantes.
Aunque cualquier montaje turístico es nada cuando visitas la isla de Sentosa, comunicada desde el macrocentro comercial Vivo en el Harbour Front por un monorraíl. Trams turísticos, restaurantes, el león sirena gigante, símbolo repetido de Singapur, con bonitas vistas desde su cabeza y boca ascensorables, exhibiciones, espectáculos, tiendas, playas idílicas con horizontes de decenas de mercantes y petroleros cuando no de decenas de chimeneas de la refinería de enfrente. Una isla de feraz jungla tropical que donde no hay ladrillos podrías pensar es de plástico, por su perfecta exhuberancia en todos los verdes, pero no, las plantas son de verdad y las aves en libertad también, las del animalario-show no estoy tan seguro.
Hay más visitas de naturaleza dentro de esta ciudad, el Marang Trail y las Henderson Waves en un monte bosque tropical de gigantescos árboles, el jardín de plantas aromáticas de Fort Canning Park y sobre todo el gigantesco Jardín Botánico con sus lagos, paseos, explanadas ajardinadas, todo para uso cotidiano de paseantes y deportistas, destacando dentro del mismo el recinto cerrado del jardín de las orquídeas, espectacular colección de las diversas especies de esta flor que compite como símbolo de la ciudad con Merlion –el león con cuerpo de sirena- que viera aquel principe de Sumatra cuando descubriendo esta isla creyó ver semejante ser y decidio llamarla Singapura –tierra del león-.
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