I * Narooma

No puedo titularlo "Narooma y Gomorra", no hay lugar para tanto
pecado, ni "Todos los caminos conduceN a Rooma", porque no es tan fácil llegar.


Pero siguiendo con Roma, sí a lo mejor como “Narooma, citta aperta”… al mar desde luego que entra y sale por todos lados.

Las mareas juegan con el paisaje marino. Distintos escenarios, que se pueden divisar desde las muchas lomas sobre las que se extiende esta población.

Hay un punto en el que un ángulo tan obtuso como 340º ve mar y ría.

Narooma es luminoso, turquesa, esmeralda y zafiro, color el último que da la denominación de “Costa Zafiro” a parte de esta costa.

Es tranquilo por no decir dormido, el “no worries way of life” general del país se traduce aquí en que a 24 de Enero la noche sigue siendo nochebuena, por lo menos eso indica la iluminación del pino de un restaurante próximo, las lucecitas multicolores de la tienda de muebles de enfrente o el Papa Noel de la cadena Mitre 10.

Es verano y el día 26 de Enero es el Día de Australia, quizá esto explique el alargamiento por detrás.

Quizá esta plenamente justificado si nosotros empezamos a comer turrón en los anuncios de la tele al final del verano o si en cualquier gran ciudad del mundo las luces navideñas se encienden en Noviembre ¿qué motivo hay para no hacer lo mismo durante el mes de Enero y más aún si te viene el Día de Australia?

Día que aquí no se salva con un desfile cualquiera. Siempre me sorprende ver como los países jóvenes quieren a su bandera… las cajas registradoras de Woolworth –el gran super- tiene la bandera como salvapantallas, en la sección de últimas compras, banderas, bandanas con la bandera, adhesivos, tatoos… Y por las calles, carreteras, parkings de playas o campings… Banderas y más banderas. Todas con la diversión estelar australiana de la Union Jack sencillamente colocadas en las discretas antenas, salvo una, una enorme antena de un potente jeep que sube veloz por la Princess Hwy. y lleva la bandera aborigen, la única que he visto, eso si escandalosamente estridente, la “Más”.

En Narooma el número de iglesias es tanto casi como el de Bares y ganan las beauty salon por goleada. Por eso la barbería de la esquina ante tanta competencia me ha dejado colgado, dice en un cartelito que no vuelve hasta el 28 porque se va a disfrutar de sus hijas.

Esta St. Paul, la anglicana, oigo su campana convocando a misa cada dos o tres días, la de la Unidad -la más bonita- aunque las estadísticas del país dicen que pierde feligreses, la católica Nuestra Señora del Mar que, con todos mis respetos, quedaría mejor como “Nuestra Señora con Vistas al Mar”, por dos de los cuatro estupendos ventanales a ambos lados del altar.

Hay clubes diversos de pescadores, el de golf o el Sporting&Services… pero el capítulo de auténticos bares se abre con el Lynch´s Hotel, “heritage” vivo de esta ciudad, una construcción de madera, pintado en un azul claro, eléctrico, bien conservado presenta un sabor casi bicentenario, estos Hoteles-bares más Bares que hoteles, son pocos los que ofrecen habitaciones aunque el Lynch´s sí, son toda una institución en Australia. Todos manifiestan honda preocupación, la de sus feligreses, por el estado de las diversas competiciones. Numerosas pantallas ofrecen información del estado de las carreras

-caballos, objeto de apuestas- , y en otras se pueden ver partidos diversos, footy, cricket o en estos momentos el Open de Australia de tenis.

Entre pinta y pinta tienes esta otra diversión además de la música.

Lynch´s, es el clásico, y como prestigioso tiene el otro gran restaurante de Narooma compitiendo por proximidad con el del Hotel Whale.

Y O´Briens es el otro gran Bar, el de la vista del millón de dolares -como se anuncia-, este ha apostado por ser la discoteca oficial -música en vivo los fines de semana- ofreciendo también en amplio horario un bistró con una buena oferta.

Hay tantos sitios de “one million dollar view”, O´Briens, Whale, la cafetería “The Pink Possum”, apartamentos… que ahí tenía otra cabecera para esta información : Narooma, One Billion View.

Pero el gran espectáculo de Narooma no son los bares, naturalmente tampoco las iglesias y mucho menos aún las barberías, y aunque por dos días trata de arrebatarle el puesto el recién llegado “Circus Royale” , el gran espectáculo de Narooma es el mar. No es un mar cualquiera.

Iré bordeándolo desde Surf Beach donde en el extremo más alejado, al pie del cementerio con mejores vistas que conozco -sería macabro anunciarlo también como one million dollar view pero las vistas no se las quita nadie- están las Cristal Rocks, islote y numerosas rocas en la rompiente de las olas. En Surf beach y las calas próximas he visto surfistas y nadadores alternando con delfines juguetones.

El Café Michael, único local, ofrece comidas y cafés delante de un camping caravaning que alquila bungalows, algunos con spa. El camping y la playa hasta el cementerio están rodeados por un extensísimo campo de golf de 18 hoyos con lagunas y se sobreentiende ya el consabido valor de las vistas al mar.

Campo abierto que me permito atravesar -sin interrumpir a los escasos golfistas- para atajar hasta la playa.

Acercándonos a la entrada de la ría. Hacia el norte, aun en el mar de Tasmania, hay un impresionante mirador desde el que se divisa la Isla de Montagüe

-atracción por la comunidad de más de 1.000 focas que la habitan y diversidad de especies de pájaros-. En este punto hay información de naufragios acaecidos, como lugar de paso difícil, no tanto para las regulares ballenas que también son visibles desde este punto cuando escapan del Antártico en meses de Invierno y Primavera para tener a sus crías en estas aguas más templadas.

Descendiendo las escaleras de madera desde el “Bar Rock Lookout” -nombre del mirador- llegamos al extremo norte de la entrada de la ría, después de dejar el que quizá sea el icono de Narooma, una roca horadada que mira al mar, mejor dicho que nos permite ver el mar a través de su silueta, con la forma de la Australia continental. Y un poco más lejos a la izquierda, ya dentro del mar, que es como corresponde por ser una isla de este continente creo pueden llamar Tasmania a otra roca con agujero oval mucho más pequeña, en justa proporción.

Pero una atracción de mis días de estancia, una de las más importantes está algo mas adelante, en las piedras del espigón artificial para formar la entrada. Muchos días dos focas, algunos tres y el último como colofón de despedida, cinco.

Está claro que el animal es tan de costumbres como el hombre, se adueñaron de esas piedras y son esas y no otras sus colchones, o visto desde el hemisferio norte y sin perder la gravedad, los colchones serían ellas para unas felices por escogidas piedras.

El olor fuerte como si te bañaras en el mar dias y dias, años, con la ropa puesta y nunca te la quitarás… bueno, es lo que hacen.

Cuantos pasábamos nos quedábamos un rato viéndolas no hacer nada, dormitar acomodándose en las piedras, o como decía viceversa, y como mucho mover la cola, o cepillarse el cogote con una perseverante aleta, el mayor esfuerzo sin duda después de pasiva media hora.

La mía también claro si no cuento las numerosas fotos hechas o los esforzados pensamientos sobre esto y aquello.

Aparte de lo dicho, algún gruñido por ser importunadas por algún osado visitante intentando atravesar su límite de seguridad, que calculo en tres metros, y el mismo gruñido con idéntica exhibición de los dos colmillos laterales cuando una vecina, o quizá una cría crecidita -pero menor en tamaño- le da la coña más de la cuenta.

En el paseo de vuelta, ya bordeando la entrada norte de la ría hay eucaliptos hasta llegar al Rotary Park,

si me has leído alguna otra nota de Australia ya no tengo que decirte -pero por si acaso- que los rotarios son toda una institución en la construcción de este país.

El ameno muelle compartido por pescadores, embarques hacia Montague, focas girando en sus aguas como peonzas, rayas de paso y nadadores usándolo como trampolín, está flanqueado por este parque que una vez pasado se convierte en un paseo con imponentes y muy fotogénicas araucarias, siempre bordeando la ría, que sirven de sombra a las familias de campistas del “Big4”-cadena de camping/caravaning muy extendida por todo el país-.

Familias completas, y más que completas por número, pandillas de niños armados con bicicletas, patinetes, biciclos, triciclos exóticos, skate y dando la única nota sonora más allá de la de los bell birds que vienen luego -el otro día un documental en la televisión se permitía criticar el boom de la natalidad de este país que sitúa en tres hijos el promedio, recomendando mejor dos tras hacer una estimaciones demográficas que podrían hacer crecer de los poco más de 22 millones actuales a 35 millones en el 2050, lo cual le permitía concluir de forma alarmante -y un tanto distante su análisis del resto del mundo- preguntándose algo así como sí ¿habría Australia? para “tantísimas” bocas.

En un rincón deportivo de este mismo parque se celebra todos los cuartos viernes de mes un mercado en el que la cocina local, sobre todo repostería, da muestras de su saber hacer, mermeladas, tartas, bizcochos… También la agricultura ecológica. Algún que otro anticuario u similar, compré una pequeña cabeza de jirafa de madera por un valor “incalculable”.

Prendas de vestir.

Y camisetas, en particular las de David de “Coast Encounters” diseñadas algunas por su hija pequeña.

Acercándonos al puente colgante de hierro se encuentra el Arco de la Federación, modesto pero suficiente, conmemorativo dando lugar en sus inmediaciones a por ejemplo la celebración institucional del Día de Australia, cuando el pasado 26 de Enero las autoridades locales y fuerzas vivas,

-sponsors- como por ejemplo la gerente del Woolworth -el gran super- dieron cuenta de AUSTRALIA, de su profundo origen aborigen y más allá, de su orgullosa multiculturalidad creciente, no exenta de incidentes -esto lo digo yo- como ha reportado la televisión recientemente por el apuñalamiento de un estudiante indio en Melbourne calificado por bastantes como atentado racista y origen de conflicto diplomático, burlas a expresivos chinos -no delante claro-, o chistes sobre el respeto y la tolerancia con los aborígenes… Pero las buenas intenciones y la política van por otro lado, la conciliación con el pueblo aborigen es un hecho con discriminaciones positivas frecuentes en los medios y espacios culturales, que contrastan con una población en general bastante automarginada y visiblemente deprimida. Y el respeto y consideraciones hacia China, para muestra otro botón, ayer un reportaje informativo en la televisión hacía apología de Deng Xiao Ping por su pragmatismo defenestrando al ya más que devaluado Mao, “reliquia de un pobre pasado chino”, eran numerosas y exageradas -a mi parecer- las declaraciones de occidentales hablando del buen hacer del actual dirigente contrastando con las imágenes en blanco y negro de la que el programa calificaba mísera China de Mao.

¿Creciente presencia china? ¿Mayor importancia de la relaciones export-import con ese país? Kevin Rudd habla mandarín.

Pero estamos en Narooma y hemos llegado al puente

alarde de ingeniería de principios del siglo pasado que les permitió superar la barrera de la ría Wagonga Inlet, ría que se atribuye la primera planta enlatadora de pescado de Australia, aunque la llamada inicial como de tantos otros puntos fue el oro en el asentamiento, al que llega el centenario vapor Wagonga Princess en sus tours turísticos ría adentro, del que tan sólo sobresalen un par de palafitos de los viejos muelles y referencias dadas por los antiguos de donde estaba la escuela o el Hotel...

Al llegar al puente tenemos dos opciones atravesarlo o continuar bordeando la ría hacia el interior.

Pero bueno un puente siempre, y sobre todo este, atrae cruzarlo, un imán nos llama desde el otro lado. Luego ya volveremos porque hay que cenar.

Aunque nada más cruzar el puente también podríamos prepararnos para la cena, unas casetas estables de pescadores te venden pescado fresco y congelado, local y de Nueva Zelanda o de los Mares del Sur en general.

Las ostras y gambas locales son las más apreciadas, pero un ling, un dory, un kingfish, una langosta o una cajita con seis unidades de sushi –soja y wasabi incluido- también están en la oferta.

A continuación comienza el espectáculo, un paseo de madera de un kilometro de largo nos llevara bordeando la ría hacia su desembocadura norte.

A la derecha enormes eucaliptos llenos de bell birds, pájaros campana, eufemismo de un concierto de miles de puertas con bisagras mal engrasadas, o si tienes la suerte de conocer Nijo-jo -el castillo imperial de Kyoto- también puedes pensar que sus pasillos han sido invadidos por miles de hostiles samurais, de clanes anti-Tokugawa, que entran a tropel haciendo chirriar el sofisticado sistema de tornillos-alarma en la base de su entarimado ya eficaz para simples visitantes.

Bell birds, positivan muy bien en Australia ¿dónde nó?

En cualquier caso tengo que reconocer que no me canse de escucharlos uno y otro día, es más iba para oírlos, y como ya hemos dicho algo más arriba los animales también son de costumbres -o sea como el hombre, por ejemplo yo dándome esos paseos- y estos pájaros siempre estaban allí, invisibles pero tañendo todo el rato “sus campanas”.

Este paseo de animadas aguas transparentes con peces diversos, leather jackets, puffers… y sembrado de pescadores que lanzan y recogen continuamente el hilo, con frecuente éxito, llega hasta el área de picnic de Apex Park, preparado como tantos otros con gas gratuito para uno de los grandes deportes australianos, la barbacoa.

Junto a el un espacio para pescadores con mesas para limpiar las capturas, cuyas espinas, cabezas y restos del despiece lanzados a la orilla hacen las delicias de permanentes gaviotas, autoinvitadas con derechos rayas, no hay gaviota que les pise presa, y ocasionalmente focas.

El espigón norte divide Bar Beach en dos, una pequeña playa que queda en el interior protegida por el mismo y más aun por una red que la convierte en segura de especies marinas de cierto tamaño, dejando el paso sólo a pequeños peces que se pueden ver desde la superficie y mejor aún snorkeleando y la otra gran playa protegida por arbustos hasta Dalmeny. Esta al igual que Surf Beach es la playa de los surfers, sólo ellos y cuatro más se bañan en estas olas libres que alcanzan muy buen tamaño cerca de la orilla.

¿Red, seguridad, protección? El único peligro que he visto cuando hay cierto oleaje es la entrada a la ría entre los espigones, es estrecho, y obliga a las embarcaciones a afrontarlo a toda máquina, cualquier error, fallo en los motores, me temo sería fatal.

Tengo hambre, y empieza a caer el sol, así que deshago el paseo viendo enrojecer el cielo con un sol que se marcha por los cerros de Tilba marcando la silueta del puente. La marea esta baja, hay grupos de personas sueltos esparcidos por toda la ría, reflejándose en los charcos que quedan, muchos de dos en dos, uno-a con el cubito y otra-o (dosis de respeto a todos los géneros, ah! y he echado a cara o cruz si empezaba por “a” ú “o” ) con el llamemos “bombeador” , un tubo que se introduce en la arena y que por absorción se lleva una buena cantidad de arena de la que se espera salgan, al expulsarlo fuera ,cangrejos. Véo mucho bombeo y muy de tanto en tanto recolección.

Tengo que ir a Galicia para ver si ya se vende este tubo sino habría que importarlo, seguro que ya se vende y será chino.

Siguiendo el curso de la ría hacia el interior, después de cruzado el puente y pasando por unos manglares hay otro área de esparcimiento, picnic, pista para skate, y dos casetas de madera sobre palafitos adentrándose en el agua, el Taylors y el Quarterdeck café, dos instituciones locales más, sobre todo este último con exótica decoración hawaiana pero pescado fresco local -el vino te lo llevas tú- y sobre todo unas estupendas vistas en la puesta de sol a las que a menudo se apunta el pelicano, cuando le véo despegar o aterrizar o me sobrevuela siempre pienso en el jumbo. Y no digamos cuando reposta.

Hacia el interior de la población desde el Quarterdeck está el Estadio Oval, en su proximidad hoy pastan juntas llamas, camellos, caballos, ponies y vacas suizas, el Circus Royale ha instalado su carpa y sus caravanas rodean a los animales. He saludado al domador, ¿pastor?. Lo que hacen las cuatro vacas suizas dice la publicidad que hay que verlo para creerlo, no se si sumaran o a lo mejor has multiplican, pero tenía que escoger entre la opera “El caballero de la Rosa” (HD Met.) en el Kinema o el Circus Royale y me he quedado con la primera opción, así he podido conocer la joya del art deco local que es el Cine de Narooma.

En cualquier caso, lo dicho, el espectáculo aquí es el mar, un acuario natural, Wagonga Inlet.

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