Ancha es Castilla… …Y Adelaida.

Ancha y bajita, porque apenas sobresalen media docena de edificios dispersos entre ellos el Hilton y el banco Westpack.

El rio Torrens se hace unos meandros dividiendo en dos la ciudad.

Una pequeña parte, el North Adelaide, quizás la parte más chic de la ciudad con un par de calles O´Conell y Melbourne streets concentrando la actividad comercial y de ocio de esta parte y una inmensa plaza, Wellington Sq. en el centro de una cuadricula de calles.

En esta ribera queda la Catedral Anglicana de St. Peters y el Estadio Adelaide Oval. Otros edificios a tener en cuenta son el Hotel Archer o la O´Conell Bakery junto al Ned Kelly Restaurant.

El resto calles residenciales con bonitos edificios de corte colonial entre colegios e instituciones diversas de servicio a sus habitantes.

El trazado de Adelaida es una retícula cuadrangular, bueno dos, una la que citaba del North Adelaide y la otra sería el resto del centro, la mayor parte, -al otro lado del rio Torrens, extensamente ajardinado en su curso por toda la ciudad, pelícanos, piraguas y bicicletas en su carril incluidos-, a esta segunda parte mucho mayor, en proporción a la primera le corresponden cinco inmensas plazas, una de ellas Victoria sq. ocupando el centro y cuatro a los extremos, una urbanización llamativa sobre plano y muy fácil de manejar para el visitante.

Las avenidas y calles son anchas, la más comercial Rundle st. exclusivamente peatonal, en ella como en toda gran ciudad australiana que se precie compiten los grandes almacenes Myer y David Jones, pero junto a ellos y en galerías que se adentran por algunos de sus mejores edificios comerciales están el resto de marcas de moda, grandes supermercados como Woolworth o tiendas de conveniencia, también veteranos bar-hoteles convertidos en lugares de ocio y haciendo esquina al inicio de esta calle el buque insignia de la chocolatería Haigh´s que tiene su fábrica -visitable- en el South Terrace de esta ciudad.

La catedral católica de St. Francis Xavier así como la antigua sede de correos se diluyen en extremos de la plaza central de Victoria sq. el espacio interior lo ocupa un ajardinamiento vs descampado fino en el que se diluye también la estatua de la reina Victoria, tan sólo las banderas de Australia y la Aborigen sobresalen elevándose en sus astas.

Los cuatro limites de este segundo centro, más importante y popular de Adelaida están definidos por su orientación con Terraces, enormes avenidas, con los cuatro puntos cardinales por nombre. Fuera del mismo sólo queda el histórico Gaol -prisión de convictos-, las viejas prisiones son cuasiarqueología en Australia .

De las cuatro grandes arterias que encuadran Adelaida destacó North Terrace, donde en su largo desde el Centro de Convenciones hasta el Zoo que anuncia estos días la nueva atracción de los panda gigantes -Wang Wang y Funi- pasaremos por el Adeilade Festival -centro de espectáculos polivalente-, la Estacion Central de trenes, que por su suntuosidad se permite en sus pisos superiores albergar también el Casino de esta ciudad -dos en uno- como me dijo un guía, el Parlamento del Sur de Australia, de corte neoclásico con capiteles corintios, con sus pequeñas pero históricas y bien conservadas, aunque actualizadas (varias conexiones, usb en cada escaño) cámaras, la baja -House of Assembly- para cuarenta y siete diputados y la alta -Legislative Council- para veintidós.

Dos grandes partidos y exigua por unitaria representación de verdes e igualmente de nacionalistas.

En este Parlamento al primero que pasa le dejan sentarse en el lugar del presidente para hacerse la foto turística de rigor habiendo visitas guiadas diarias a las 9am y a las 2pm .

A continuación siguiendo por North Terrace la Casa del Gobierno entre jardines, seguida la Royal Geographical Society, que con una decimonónica biblioteca de tres plantas con patio central abierto atesora libros de los primeros exploradores, y adosada a esta la moderna y eficiente biblioteca abierta al primero que pase, por ejemplo a mí para consultar una serie de curiosos datos estadísticos de Australia que en un genérico sobre el país expondré otro día. (Internet gratis 15 minutos y un buen café-cake de la cadena Aroma).

Sin romper la continuidad, dirección este, el Museo de South Australia y la Art Gallery, el primero como el resto de museos de estado de Australia ofrece historia y naturaleza: Boomerangs, escudos defensivos, útiles diversos y recreaciones artísticas de las tribus aborígenes -de los Kaurnas- que habitaban este Estado, irrupción de los blancos, etapas históricas, fauna, flora… Todo con planteamientos muy didácticos pensando especialmente en los más jóvenes pero útil para todos.

Una segunda sección del museo pero no menos amplia representa una buena muestra de las culturas de las islas del Pacífico, dos plantas con máscaras de Vanuatu, totems de Papua… incluso embarcaciones.

Por lo demás anuncian la inminente exhibición de las antiguas criaturas del megacontinente sur “Gondwana” hace 3,8 millones de años -como no!- hoy en día no hay museo que se precie sin dinosaurios, de hecho en los de Perth y Sydney

-como los de medio mundo- están también con ellos.

La Art Gallery, a continuación, en sus obras más clásicas representa imágenes de la diversidad paisajística de Sur Australia, me llaman la atención cuadros del “bush” de las colinas de Flinders Rangers y otros que acentúan el gigantismo y la devastación, dos constantes en este continente extremo. Cuando viajas por Tasmania, Kangaroo island o muchos lugares de Australia y ves troncos gigantes tendidos entre helechos inmensos o perfectamente definidos en zonas semidesérticas tienes -tengo- la tentación de pensar en el calentamiento global… Pero no, los primeros pintores realistas de estas tierras de finales del XVIII ya entre cascadas, cataratas, paisajes singulares dan cuenta de enormidad y destrucción en un ciclo por lo que se ve ininterrumpido desde entonces. Y esas son las obras que entre otras más costumbristas -los bañistas del alemán Louis Tanner- o retratos cuelgan de esta Galería.

Destaco especialmente la sala V donde hay obras con la fuerza de “los amantes perseguidos” de Arthur Boyd, y otras de interés de Sidney Nolan, Perceval y Yosi Bergner, artistas que durante los años 30 y 40 alcanzaron gran difusión, su obra miraba a Paris aunque normalmente se paseaban más bien por Londres -su salida natural- , artistas unidos y difundidos por una revista que tuviera su inicio en Adelaida llamada “Angry Penguins” encabezada por el pintor de esta ciudad Max Harris, todavía vivo al igual que Yosi Bergner, “pinguinos enfadados” -como buenos intelectuales- que finalmente recalaban en la reconocida como capital cultural, Melbourne, y que permiten ver en su obra una personalidad que difiere o se distingue de la europea.

En la sala VI destaco de Albert Tucker el tríptico “Arrival to Cooper Creek”, cuadro-deconstrucción en distintas perspectivas de indio, pájaro y tronco de árbol con la intensidad de un cromatismo marcado por tonos rojos y negros.

Y dejando la Art Gallery y pasando por la Universidad llegaríamos al Botánico que entre lagos de loto, escasos paseantes, praderas salpicadas de araucarias y abetos, “just married” y fotógrafos, o umbría senda rodeada por gigantescos ficus donde me sorprendió haciendome diversos posados una estupenda kookaburra -pajarón de talla XXL a juego con el país y sus habitantes- , aloja un invernadero tropical -el Bicentennial Conservatory- con paseo a distintos niveles entre/sobre palmeras, gigantescos helechos y otras plantas de Australia, Nueva Guinea, Indonesia e Islas del Pacífico, también otro invernadero de madera con mucho más encanto, un ultramoderno y acristalado estanque de nenúfares gigantes del amazonas, un jardín mediterraneo y como broche en un rincón del mismo, aunque igualmente se puede acceder por fuera del recinto, el Centro Nacional del Vino de Australia.

Este espacio es una mezcla de museo didáctico interactivo con botones que perfuman el olfato con el tipo de uva pulsada, Cabernet, Shiraz… barra de degustación, videos, rueda gigante que hace un recorrido por las 52 denominaciones de origen desde la primera en el Valle del Swan -ya visitado en los alrededores de Perth- pasando por Barossa Valley el de mayor producción en los alrededores de Adelaida del que hablaré más adelante, Yarra en Victoria, Canberra, Tasmania… y un amplio y seguro rentable espacio para bodas y banquetes –celebraciones-.

A corta distancia el Museo Instituto Aborigen de Tandanya, que aloja una buena colección y una amplia tienda con obras curiosas, y no tanto, basadas en ese otro modo de vida que es el Dreaming, en estos momentos ya muy desleído -sino adulterado- por evoluciones artísticas muy ajenas a lo aborigen, yo creo que ya es el Dreaming del Dreaming, abstracciones actuales con mayor o menor efecto visual que en su inmensa mayoría tienen bien poco que ver con las buenas obras, que de este “estilo”, cuelgan en Brisbane, Melbourne o Sydney.

Aparte de lo dicho de la ciudad destaco un muy cuidado jardín japonés “Himeji” , jardin de la imaginación, que reúne en un pequeño espacio todos los elementos presentes, mar de arena incluido ¿Barroco-Zen?

Un bonito ejemplo de edificio luminoso al final de la zona peatonal de Rundle st.

El Central Market con numerosos puestos de todo tipo de alimentos y junto a él como una extensión del mismo, Chinatown, que junto a las puertas chinescas habituales, guardadas por dragones, agrupa un zurribulli de baratijas, chucherias y comercios difíciles de definir, por su diversidad de oferta, junto a restaurantes económicos.

Adelaida es coqueta, y si Perth tiene un gran teatro Her Majesty, ella tiene un gran teatro His Majesty, el lujo le da para un Sotheby´s en Pulteney st. que tampoco es habitual a cualquier ciudad.

Centros de arte de vanguardia como la Jam Factory donde entre otras obras se trabaja el vidrio soplado pudiendo verlo en su elaboración.

Calle de gran animación nocturna como Gouger st. empezando por el restaurante español Sangria y Pintxos.

Los alrededores de Adelaida ofrecen una variada oferta.

Una playa muy animada y demasiado urbanizada, accesible por tram desde el centro en veinte minutos, Glenelg.

Un Port Adelaida, ghost town entre semana y centro de ese tipo de museos, “ferroviario, marino y de aviación”, para los fines de semana de curiosos de esas máquinas y otros atraídos por el gigantesco Fishermans Market de los domingo junto al viejo faro, icono histórico de esta parte de la ciudad.

Al Este las Adelaide Hills, más alla del Monte Lofty con esplendidas vistas sobre la ciudad, donde entre bosques llegamos a Hahndorf, ciudad de ascendencia alemana que guarda este ambiente en sus casas y en su comunidad en la que todavía es frecuente el idioma sajón, y también a la huertana Stirling o la pujante, pero más anodina, Mount Barker.

Al Sur dejando los últimos suburbios con recién construidas urbanizaciones de viviendas unifamiliares entre campos de trigo agostados (“adecembrados” aquí) surgen las primeras viñas del McLaren Valley y de vez en cuando olivos, un campo que me es familiar en muchas partes de España, más allá cruzando la península de Fleurieu llegamos al cabo Jervis para tomar el Ferry a Kangaroo Island, la tercera isla más grande de Australia después de Tasmania y Melville cerca de Darwin en el Territorio Norte, con rincones icónicos como el Admirals Arch, gigantesco arco rocoso sobre el mar con fondo de focas o las Remarkable Rocks, rocas de arenisca erosionadas por el viento dando lugar a extrañas formaciones.

Canguros, leones marinos y focas de Nueva Zelanda se dan cita junto a animales de otras 27 especies y 250 de aves, entre arbustos, playas -Seal Bay- y rocas de esta isla que en sus 150 kilómetros de largo combina vegetación boscosa de esplendidos eucalyptus y verde exuberante con prados secos por estas fechas en las que sobresalen algunos troncos secos todo el año, naturalezas muertas desde hace muchos hasta que un mal rayo los parta y deje por los suelos para una foto o pintura de mayor desolación.

Al noreste el Barossa Valley, la comarca vitivinicola más conocida de Australia junto con el Yarra Valley de Victoria, un tour de los muchos que se ofrecen nos lleva a cuatro bodegas, las famosas Jacobs Creek y Seppeltsfield junto a otras más familiares como Vine Crest y Richmond Grove, con generosas degustaciones en todas ellas, Shiraz, Cabernet, Pinot pero también tempranillo y otros blancos, con burbuja o dulces que recuerdan al jerez al cava, al moscatel y a la mistela. El buen saque de mi amigo en este tour -de origen taiwanés- me demuestra que esa enzima que dicen afecta a los asiáticos cuando beben no es para tanto.

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